El solo hecho de entrar a un baño público puede generar miedo y estrés. La simple posibilidad de escuchar comentarios hostiles de otras personas en el baño, de enfrentar las preguntas de los dueños de una tienda o del personal de seguridad en un centro comercial, o las restricciones arbitrarias en tu lugar de empleo pueden resultar tan estresantes, que muchas personas sencillamente “se aguantan”.
Las personas trans y las personas que no se rigen por estereotipos de género también son acosadas en otras situaciones, pero los baños públicos suelen ser pretexto para prestar mayor atención a la apariencia de las personas, y compararlas con los estereotipos de cómo se supone que se vean o actúen los hombres y las mujeres.
La solución es muy simple, en teoría: Cada persona debería usar el baño que corresponda a su identidad de género, sin importar si está haciendo la transición de sexo o si es una persona que no se rige por estereotipos de género. Pero la mala voluntad en contra de la comunidad trans y la falta de comprensión generalizada pueden complicar las cosas.
Es particularmente difícil presentar demandas en estos casos y los resultados son mixtos. Los tribunales no siempre entienden la importancia de este asunto y algunas veces han considerado los baños como un espacio que está fuera del dominio de las leyes contra la discriminación. Esto es a pesar de que el no poder usar un baño adecuado puede llegar a impedir el acceso a un empleo o a diversos establecimientos públicos. Sin embargo, algunos empleadores, gobiernos estatales y distritos escolares han comenzado a implementar políticas como estas que permiten a las personas utilizar los baños que corresponden a su identidad de género.
Para obtener más información, comunícate en español con la Línea de Ayuda de Lambda Legal.