Erin y Dane se conocieron en 2002, en el festival musical Womyn de Michigan, cinco años antes de que Dane hiciera la transición de mujer a hombre. Se casaron en 2008, tienen dos hijos y una casa en Filadelfia.
Erin: Uno de los motivos por el cual no reconocimos públicamente nuestro matrimonio hasta recientemente, es que nos llevó mucho tiempo reconciliar el hecho de ser miembros activos de una gran comunidad queer, con poder hacer algo que la mayoría de nuestros amigos en Pensilvania no puede hacer. No buscábamos desafiar un sistema político, pero lo hicimos sin querer.
Dane: El primer consejo que yo daría a cualquiera que se encuentre en nuestra misma situación, es el consejo que le daría a cualquier persona: asegurarse de que se están casando con alguien con quien van a querer estar para siempre, y no por asumir este nuevo privilegio tan chévere. Es un matrimonio.
Lo otro que diría es que, si antes de tu transición no habrías podido casarte, dediques un tiempo a reconocer qué te motiva. No olvides que es muy probable que algunas personas que conoces no tengan acceso al matrimonio.
Erin: Para la gente queer hay muchas maneras diferentes de hacer las cosas; es maravilloso no tener la expectativa de que tendrás que hacer las cosas de cierta manera. Si eres una pareja trans, el matrimonio puede formar parte de eso.